miércoles, 23 de diciembre de 2009

FUNDACION MAMA DIOSELINA BUCARAMANGA

Mamá Dioselina De la nada sostiene a niños y abuelos de norte

Esta historia puede sonar descabellada pero es cierta. Esta es la historia de una mujer que por 20 años y a punta de ruegos y oraciones, solicita a diario a personas, mandatarios, secretarios, politicos de turno y empresarios,  lo que le puedan dar para alimentar a los niños y abuelos que adoptó en su humilde hogar.  Pero en este tire y afloje se ha encontrado con el rechazo,
incluso hasta la violencia contra ella misma por parte de gente inconciente que creen que tiene la fundación para recibir dineros. La realidad es otra y por cruda, su iniciativa nos deja boquiabiertos. 

Su vida ha sido de sacrificios. Con tan sólo 7 años de edad en su natal Páramo de la Salud, municipio que queda a unos minutos de San Gil, aprendió a ser catequista y como servicio a Dios, aprendió el arte de la evangelización, pero su misión se la tomó con toda la responsabilidad del caso.  En una mediagua donde paga 200 mil pesos de arriendo,  vive Mamá Dioselina como cariñosamente la llaman todos sus hijos adoptivos. Con ella, conviven en incomodas condiciones pero sin importales poco, sus 5 hijos; Ruby, Jazmin, Jhon Jairo, Zulay y Duvan Andrés.  Aparte otros 19 personas, increiblemente se acomodan por un proposito: sobrevivir a la realidad que les tocó y al amor pechichón de esta mujer de 54 años de edad.
¿Porqué lo hace sino tiene dinero ni condiciones para hacer tan grande labor? Es una pregunta que cualquiera que la visite y compruebe la dificil situación por la que atraviesa.  Su respuesta es tan pura como sabia.  “Dios tiene un amor inmenso y nos guío para socorrer a nuestros hermanos en fragilidad, yo lo hago y me gusta lo que hago, hay veces que se come pollo como hay veces que sólo se puede brindar una sopa sin carne.  Aquí les enseño que lo primero es el amor al prójimo y nuestro Señor”, dice Mamá Dioselina.
      
De la Iglesia Católica ha heredado grandes compromisos, pero su amor a los demás a veces la pone a desfallecer por sus intensiones.  Cada día la levantarse prepara desayuno, almuerzo y manda  a los niños a estudiar.  Su hijo mayor,  gracias a una beca y un trabajo que le han otorgado en la Secretaria de Desarrollo Social del municipio le colabora a su mamá con los gastos y con los oficios que hay que hacer a diario.  Entre esos oficios están , alimentar a los abuelos, a las madres cabezas de familia, a dictar  cursos de fomi, fique, madera y otros artes a personas sin empleo para que puedan producir, a catequizar, a lavar, a buscar por las plazas de mercado las verduras del diario, a cumplir como católica sus menesteres,  en fin, no alcanza esta página para nombrar todo lo que increiblemente esta mujer hace para que todos bajo su techo,  vivan aunque sea bajo indignas condiciones de vida, una realidad llena de fraternidad que la plata no podría brindar.  
“La gente dice que yo hago esto por plata. Pero no es así, el que quiera conocerme que venga hasta la calle 10N N. 26-45 en regaderos norte y pueden comprobarlo ”, dice con humildad Mamá Dioselina.
Aunque tengan que dormir en el piso y con 37 grados de temperatura sobre sus cuerpos, aunque los pies deban estar descalzos, aunque no halla carne para el almuerzo y sus cabellos no sepan lo que es un champú, aquí la obra de un ser superior hace su obra, pues aunque poco, nadie se acuesta con Mama Dioselina sin comer, estudiar  ni aprender un saber. “En esta navidad quiero que los corazones de muchas personas vengan y conozcan mis intenciones, necesito muchas cosas, ropa, comida, colchonetas y otras cosas para que mis niños y viejitos tengan lo necesario”, señala el ángel del norte.


Fotos Heriberto Cáceres Holguín

1  Mamá Dioselina le da de comer hasta el último niño de su casa.  Nadie puede aguntar hambre pues ella se esmera por recoger a diario en las plazas de mercado, lo necesario para alimentar a toda su extensa familia.

  Es un ritual que todos en su casa antes de dormir se encomienden al Señor y pidan por los  más desválidos del mundo.  En este cuarto duermen todos, incluso algunos les toca en el piso.

a los viejitos les pone la música de ayer y les da el almuercito para que pasen una tarde maravillosa a su lado.

como cualquier ama de casa, sus labores están predestinadas y como especie de rutina , ha hecho todas la tareas y además ayudar al prójimo,  con lo poco que tiene.  Su sueño , poder conseguir una casa propia donde acomodarse mejor para seguir con su misión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario